Esta semana comenzó con una noticia terrible, macabra, indignante: una mujer asesinada en el fraccionamiento Fidel Velázquez.
La chica, que trabajaba en un restaurante, fue ultimada a golpes, a puñaladas en su domicilio por su pareja sentimental, quien hasta el momento está prófugo.
Con anterioridad, la chica había denunciado que sufría violencia en su relación.
En estos casos en que una mujer es asesinada, mi morbo me hace revisar los perfiles de las víctimas, lo confieso. En el caso de esta chica, la vemos en fotos con su victimario, siempre sonrientes.
Sucede que no es que las mujeres sean tontas, sino que se hayan sumergidas en una relación dónde se sienten “amadas”, con unos hombres que las celan, les brindan su absoluto interés que parece “cuidado” pero en realidad es el ejercicio del poder sobre ellas.
Este dominio de poder generalmente es psicológico y emocional, mucho antes de que sea por la fuerza física. Este dominio es imperceptible para las víctimas, comienza con hombres detallistas, amables, cariñosos, que las llaman a todas horas con argumentos como “qué traes puesto para imaginarte, cómo te peinaste, con quién estás, podemos hablar, no interrumpo”. Las llamadas y mensajes son varias veces al día y al principio de la relación, la víctima enamorada, se emociona y sus amigas la envidian. Con el paso del tiempo, esas llamadas se convierten en el medio de control que ejerce la pareja. Aparecen los rasgos de celotipia y violencia, la víctima es acosada, padece de escenas de celos, pasan a los gritos, a los golpes y en este proceso, si no se le da fin, terminan en una tumba.
La sociedad machista en la que vivimos no nos permite ver desde el principio los síntomas, pues consideramos “normal” que sucedan estas cosas. Incluso te dicen “aprovecha que tu esposo te trata bien ahora porque luego todo cambia”. ¿Pero cómo? Tan normal es para todas soportar humillaciones, maltratos, malos modos, celos, apatía, desajenación, olvido. Las parejas no tienen que ser así, yo insisto en que el trabajo de las mujeres de ahora, el mío, el de ustedes, es cambiar estos antiguos conceptos de permisión al machismo.
No queremos ninguna muerta más, pero para ello es urgente crear sororidad, ser hermanas, no revictimizadoras.
Y para empezar, debemos conocer igual algunos puntos legales, por ejemplo, sobre el feminicidio para no confundir toda muerte de mujer como tal.
Se trata de un feminicidio cuando haya antecedentes de violencia en contra de la víctima por parte del sujeto activo. Cuando la víctima recibió con anterioridad amenazas, acoso o lesiones.
Cuando la víctima y el sujeto activo tuvieran una relación de confianza (novios, amigos, amantes).
Cuando la víctima estuvo incomunicada previo a su asesinato. Cuando la víctima sufre violación o algún tipo de abuso sexual.
Cuando la víctima recibe lesiones denigrantes o difamantes previo a la privación de su vida.
Cuando el cuerpo de la víctima ha sido expuesto en un lugar público.
GORDITOS Y BONITOS
Pero no solo las mujeres estamos expuestas a muertes infames, además del riesgo que tenemos de nacer con el género femenino, hay quienes nacieron para ser periodistas y están en peligro de morir. Este miércoles 27 de junio, a las 20:00 horas se exhibirá el documental “No se mata la verdad”, exclusivamente para periodistas. Asistan, hermanos.