En política más vale negociar que el enfrentamiento

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Los mejores gobiernos se ejercen sin anteponer revanchismos o venganzas de por medio. Quien llega a gobernar en cualquier nivel que sea: federal, estatal o municipal lo primero que debe hacer al tomar posesión de su encargo es tener presente que ya no enarbola a ningún partido o color y que su responsabilidad es la de atender las demandas de todos los ciudadanos, sin excepción alguna. Nunca un presidente municipal, un gobernador o un presidente de la República debe llegar al poder pensando que es dueño de un municipio, de un estado o del país pues tres y seis años se pasan pronto y el encanto del poder se puede tornar en tremendo desencanto para quien piense así en política.
Comprobado está por la historia que aquellos políticos que se sintieron dioses o semidioses acabaron en el ostracismo y desterrados de sus lugares de origen. Nadie que se dedique a la política en el México de hoy, sumido en múltiples problemas sociales y copado por el delito impune, debe de apostarle a exacerbar a una ciudadanía que busca cualquier motivo para restregar su odio y su rencor en el primero que encuentre a su paso, sea un simple mortal o alguna autoridad que incumplió y abusó de sus funciones. Quien actúe con esa malsana intención de generar enfrentamientos sociales con gobiernos que no son afines a su “ideología”, simplemente no merece llamarse gobernante.
Gobernar, desde la “trinchera” que corresponda implica, insisto, tener antes que nada civilidad política y amplia capacidad de diálogo para llegar a acuerdos que beneficien a la ciudadanía para la que trabajan y a la que se comprometieron a representar para resolverle los problemas más urgentes que le aquejan. Llegar a ejercer la gobernanza con el “hígado” y no con la razón no es recomendable para nadie que se diga o se sienta un político que presume de representar “un cambio” por medio de la violencia y el encono en contra de quienes ejercieron el cargo antes que él.
Los tiempos exigen un actuar inteligente y sensato de quienes el pasado 1 de julio de 2018 obtuvieron el voto ciudadano para servir y no para servirse. Quienes son ahora primeros ediles en los ayuntamientos; gobernadores; y quien será el próximo mandatario de nuestra nación a partir del primero de diciembre, que todos sabemos será Andrés Manuel López Obrador, tienen la trascendental tarea y el compromiso de encabezar administraciones donde prive la honestidad en el ejercicio del poder y se honre el cumplimiento de la palabra empeñada con los ciudadanos. Y para ello deben dejar atrás sus deseos de revancha o de venganza política y suplirlos por el afán de llevar a la mesa de la negociación y el buen diálogo los asuntos que aquejan a sus comunidades, a sus estados y al país.
En Campeche esa actitud de conciliación y diálogo la ha mantenido siempre el gobernador Alejandro Moreno Cárdenas. El mandatario campechano, al día siguiente de llevada a cabo la elección del primero de julio y conocer los resultados de los sufragios ciudadanos, dio vuelta a la página electoral y se pronunció por respetar a todos los ganadores de los comicios y a apoyarlos sin distingo en la medida de las posibilidades de su gobierno y de acuerdo a lo que marca la ley. Moreno Cárdenas no ha perdido el tiempo y de ello dio plena muestra en la reciente visita que el futuro presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, hizo a la capital del estado donde demostró madurez política y su capacidad de
gran negociador con un político que no es de su partido ni comparte su ideología, pero que sin embargo en ambos se notó el ánimo de trabajar juntos por México y por Campeche.
AMLO y AMC son ejemplo de que cualquier diferencia se resuelve por la vía del diálogo y de la negociación, dejando a un lado intereses partidistas, personales o de grupo, siempre y cuando exista disponibilidad y tomen con la debida responsabilidad los acuerdos a los que lleguen en pro del interés mayor que es el estado y el país. Ningún gobernante, del nivel que sea, debe llegar con la espada desenvainada a imponer su voluntad o sus caprichos.Quien así lo crea seguro que más temprano que tarde será arrollado por su propia soberbia e ignorancia política. Y debe quedar claro, especialmente a quienes hoy son presidentes municipales en los 11 ayuntamientos en la entidad,que primero deben demostrar capacidad para resolver los asuntos que aquejan a sus comunas y a la gente, con resultados tangibles y medibles, y dejar a un lado sus “campañas” para convertirse en gobernador de Campeche en el 2021. No deben de olvidar que los “anhelos de poder” nublan la razón y que muchos que han anticipado sus ambiciones en la política se han quedado como el famoso “perro de las dos tortas”, hambreados, solos y lamiéndose las patas.