Dedicada desde hace más de dos décadas al fomento y difusión de la cultura, principalmente entre los niños y los jóvenes, una misión que define como le gusta llamar un regalo, Alicia Montero Pérez platica con Novedades Campeche cómo ha sido ese viaje de vida que hoy la ha puesto al frente de una de las instituciones más importantes del quehacer gubernamental el Centro de Cultura Infantil y Juvenil “La Chácara”.
¿Cómo se involucra en el ámbito del arte y la cultura?
Soy licenciada en Turismo me inicie en el campo laborar en una fábrica de ropa y después en una agencia de viajes, por eso cuando me invitan a trabajar en el entonces Instituto de Cultura, aquí en este mismo edificio donde se encuentra “La Chácara”, antes Unidad de Docencia.
Yo acaba a tener mi primer hijo y eso despertó en mí el interés de trabajar con los niños. Me gustó mucho porque se trata de una labor dinámica, operativa, no siempre desde un escritorio, sobre todo por el trabajo tan interesante que realizamos en las comunidades del interior del Estado.
¿Por qué fomentar el arte y la cultura?
“Primero, quisiera comentar que es una labor infinitamente satisfactoria, y en lo absoluto improvisada. Han sido años de preparación, cursos y talleres para emprender cada uno de los programas, de los eventos, pero sobre todo de la experiencia de campo, porque hoy más que nunca, tenemos la misión de llevar el arte y la cultura a cada rincón del Estado. Has sido un trabajo extenso, en mi caso no sólo fue la docencia en la que me desempeñé, sin me ha tocado compaginar la labor como directora de y la enseñanza, le impartía una clase de cerámica a los niños, eso me permitió de llevar muchas cosas a la práctica y entender sus necesidades.
Considero que es suma importancia el arte y cultura para los niños y los jóvenes por todo el potencial que en ellos desarrolla. Cuando yo empecé a trabajar aquí, precisamente en la clase de cerámica que impartía me tocó trabajar con niños de la calle. Esa experiencia me hizo ver en máxima expresión la necesidad de despertar la creatividad, todo ese mundo de posibilidades que permite el arte, a los niños, de cualquier edad o condición social.
Nosotros a veces pensamos que un niño no tiene creatividad para la pintura o cualquier otra actividad y no sabes, cómo estamos equivocados, todos cada y cada niño, cada persona tiene la capacidad para hacerlo, y al hacerlo a través del arte abre para ellos una clave para la vida, el pensar que sí puede.
¡Ah! pero es muy importante que ellos se acerquen al arte en lo que les gusta y en eso aconsejo mucho a los papás, que los traigan a “La Chácara” a aprender lo que el niño quiere y de esa manera lo aprovechará más.
¿Cuál ha sido la recompensa?
Han sido muchas, como el llevar los talleres a las comunidades lejanas del Estado y ver la manera en que la gente lo aprecia y el gusto que con que los niños y jóvenes participan, pero sin duda una experiencia que me ha marcado fue el trabajo del programa “Alas y raíces a los niños”, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, que se realizó con niños y niñas con Síndrome de Down, un proyecto que incluso fue premiado por la Casa Blanca; y tener la oportunidad de viajar con algunos de ellos a Washington, fue un logro y una gran satisfacción, personal y para el Estado.