Ignacio Alzaga/Santa María Rayón, Edomex
Choche ha sido un combatiente toda su vida. Sobreponiéndose al abandono y sufriendo una grave enfermedad degenerativa, logró convertirse en “soldado honorario” del Ejército mexicano.
La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) honró la valentía que ha demostrado y su ejemplo de superación al conferirle esta distinción y convertirlo en un miembro más de las fuerzas armadas.
Camina con dificultad, es necesario trasladarlo en silla de ruedas por las instalaciones de la 22 Zona Militar, sede del 25 Batallón de Infantería.
Lo reciben de manera afectuosa el general de brigada Enrique Dena Salgado, comandante de estas instalaciones, y el teniente coronel Percy Jaramillo Baltazares.
Solo sonríe una vez. Quienes lo conocen saben que está contento, “solo que no está acostumbrado a convivir con tantas personas”.
Busca entre la gente a Mamacar, como llama a María del Carmen Sánchez, quien lo ha cuidado y protegido desde hace años. Ella dice: “es mi hijo, bueno así lo siento”.
La mujer ha cuidado de él. Choche es un niño, tiene 13 años, porta el uniforme del soldado mexicano y su placa de identidad. Tiene el Síndrome de Coffin-Lowry.
José Luis Loza es un sobreviviente. A los dos meses de edad fue abandonado por su familia, desde entonces ha vivido en un albergue del Sistema Integral para el Desarrollo de la Familia (DIF) del Estado de México, bajo el cuidado de un grupo de especialistas y de Mamacar.
Le gusta armar rompecabezas, cantar y moverse al ritmo de música “guapachosa” cuando logra zafarse la pequeña silla de ruedas.
Perla Nieto, subdirectora de Centros de Asistencia Social del DIF Estado de México, comenta que el Síndrome de Coffin-Lowry se caracteriza por la deformación de huesos que provoca daños a los pulmones, incluso en el corazón.
“Soldado por un día” es un programa impulsado por el secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, para estimular a niños y jóvenes con padecimientos crónicos.
El objetivo se logró con José Luis Loza, Choche. Hizo el “saludo” con ambas manos a un militar, vio el izamiento de bandera, disfrutó del desfile en su honor, no soltaba un carrito militar de juguete que le obsequiaron. A partir del próximo lunes cursará el quinto grado de primaria, volverá con sus cinco amigos. Claro que Choche no es un niño común, desde este viernes es “soldado honorario”.
Milenio Diario