Hace unos días, compartí en mi red social unas preguntas que las denominé preguntas ociosas, por no decir incómodas, ¿a los cuántos años de servicio pierden el deseo de servir con calidad y calidez los médicos de las instituciones de salud?, ¿cuál será el número de accidentes que la autoridad va a esperar, para aplicar la ley en aquellas personas que hacen uso de su teléfono móvil mientras conducen?, ¿cuántas administraciones encargadas de los servicios públicos tendrán que pasar para mantener la ciudad libre de amontonamientos de basura? ¿cuántas personas con discapacidad móvil tiene que tener la ciudad para que evitemos estacionarnos en las áreas destinadas para ellos? Y así seguramente usted, estimado lector, también tendrá muchas preguntas ociosas que nos surgen en el transcurso de nuestra vida en esta apacible ciudad.
De estas preguntas recibí varias opiniones con las cuales coincido en su mayoría, pero particularmente una llamó mi atención, porque hace alusión a la falta de compromiso ético y moral, y de educación que nos falta como ciudadanos y como humanos. Y es cierto, hoy día es más fácil infringir cualquier ley o reglamento o precepto de buenas costumbres; tomamos nuestro teléfono celular en el momento en que para nosotros es importante usarlo sin importar el momento, el lugar o las personas con las cuales estemos, tiramos la basura sin medir las consecuencias que esto conlleva, buscamos donde estacionarnos en los lugares más cercanos a nuestro destino, no importando la advertencia de la línea amarilla o de las áreas destinadas a las personas con discapacidad, es decir, nos estamos deshumanizando, nos estamos individualizando, prevalece más el sentido de nuestros propios requerimientos, sin importar que con esas acciones se afecten a los de a lado. Estamos perdiendo valores, el valor del tiempo, del respeto, del orden, de la limpieza, de la honestidad y estos valores no son de ayer, no son de antes, son los de siempre.
Lo he dicho antes, esta ciudad, por sus características tan particulares, nos da la oportunidad de reforzar acciones que se encaminen a esos los valores que hoy día son tan necesarios, nuestra ciudad aún conserva ese aire provinciano de apacibilidad y tranquilidad, de seguridad, de convivencia sana y de esparcimiento seguro, en cada uno de nosotros está la oportunidad de mantener todas esas bondades.
Para quienes laboramos en el servicio público tenemos todos los días el deber de atender con calidad y calidez, a quienes solicitan de nuestros servicios, sin duda, muchas ocasiones nos gana el cansancio o el hartazgo, pero debemos de pensar no solo en nosotros, debemos de pensar que quienes acuden a nosotros tienen en muchos casos más dolencias y menos oportunidades que las que tenemos nosotros mismos.
Por otro lado, como ciudadanos también debemos de tomar conciencia de la responsabilidad que nos toca cumplir con nuestra comunidad, no tirar basura, no hablar mientras conducimos, no ocupar lugares para estacionar nuestros autos en lugares prohibidos, yo creo que con pequeñas acciones que realicemos cada día, nos hará no sólo encontrar aquellos valores que olvidad con mucha rapidez. ¿Lo cree usted así?