Que la historia de Manuel Zavala Salazar como presidente estatal del partido Morena ha estado llena de tempestades, desde que lo pusieron en el cargo. Caracterizado siempre por sus bravuconerías, por su retórica para hablar mas no para convencer, por sus actitudes retadoras y por estar siempre en contra de todo lo que no le conviene, a este personaje de la política estatal le ha funcionado, hasta ahora, ese modelo para hacerse de un lugar en la grilla.
Que en la historia reciente, Zavala Salazar ha sido implacable con quienes no cedieron a sus condiciones. Cabe recordar que en la Legislatura saliente, Morena tenía una minibancada con tres diputados locales; además, el que fuera su candidato en Calkiní ganó hace poco menos de tres años.
Que, sin embargo, dos de las tres legisladoras de Morena decidieron declararse independientes y renunciar a Morena, debido a que Zavala Salazar las orilló a esa decisión; lo mismo ocurrió con Emiliano Canul, que para poder gobernar en Calkiní tuvo que quitarse de encima a los regidores que le puso Manuel.
Que, de esa forma, Morena perdió sus posiciones como grupo; sin embargo, para suerte de Zavala Salazar, el efecto López Obrador le devolvió multiplicados los triunfos en las urnas, pero no fue porque hubiera realizado una gran campaña o porque fueran excelentes candidatos o por el apoyo de la dirigencia estatal. Para nada, todo fue una inercia que los arrastró y que seguramente los regresará a su lugar, incluido a su presidente estatal, cuando baje la marea morenista en el país.