La franquicia de Misión Imposible se ha caracterizado desde el inicio por la dedicación de su actor principal, Tom Cruise, en saciar su deseo de entretener a la audiencia y ofrecer escenas de acción con el mayor realismo posible, sin importar si eso significa fracturarse un hueso, colgarse de un avión, aprender a volar un helicóptero o manejar una motocicleta a toda velocidad sin protección.
Expertos en la saga, que comenzó en 1996 (inspirada en una serie de televisión del mismo nombre en la década de los 60’s) ofrecerán diferentes razones detrás de su éxito a través de sus análisis, pero nadie puede negar que una pieza clave del encanto gira alrededor de la simple premisa de apreciar secuencias excepciones y peligrosas bien estructuradas con una dosis fuerte de realismo, en una era en la que abunda la pantalla verde y los efectos especiales en las películas. Sí, es más barato, pero hoy en día son contadas las propuestas que toman riesgos.
Con más de 363 millones de dólares recaudados en la taquilla internacional y 22 años después de la primera entrega, “Misión imposible: Repercusión” demuestra que esta franquicia no solo se ha mantenido, sino que se ha revitalizado bajo la dirección de Christopher McQuarrie (“Al filo del mañana”, 2014) y con Tom Cruise en el protagónico. A 56 años, el actor es quizá el único héroe de acción aún vigente en un género que se extinguió hace años.
La premisa es innecesariamente complicada y aunque quizá más de un espectador puede perderse en el camino, se perdona porque la cinta está hecha con una pasión abrumadora y sabe su objetivo principal: entretener. La edición, la mayoría de las actuaciones y los efectos de sonido mantienen al espectador a la expectativa. La música de Lorne Balfe cimienta la intriga y la tensión durante toda la trama, mientras que la fotografía logra capturar la belleza de las locaciones y dimensionar lo espectacular de las escenas de acción.
El elenco se mantuvo vigente y los personajes, en su mayoría, no se sintieron innecesarios, aunque Rebecca Ferguson (“El gran showman”, 2017) merecía más escenas para demostrar su fuerza y dinamismo como actriz, al igual que Michelle Monaghan (“Source Code”, 2011), que solo estuvo en la cinta para ser la “damisela en apuros”.
La participación de Henry Cavill (“El agente de C.I.P.O.L.”, 2015) fue desafortunada porque a pesar de que logra plasmar a un fuerte y capaz agente de la CIA, su famoso bigote fue una distracción por las regrabaciones de la “Liga de la Justicia” para las que el actor, por contrato, no tenía permitido afeitarse y la productora se vio obligada a borrarlo digitalmente, con resultados poco halagadores. En general, su actuación fue algo austera pero efectiva y su atractivo será suficiente para llevar a más de uno a las salas de cine.
Al final, “Misión imposible: Repercusión” es adrenalina pura e imperdible que retoma lo mejor de pasadas entregas que se ha ganado el reconocimiento no solo de la audiencia sino de la crítica, con una aprobación sin precedentes que parece incrementar con cada nueva entrega de la franquicia.