Lo más sagrado

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Escribió Octavio Paz los ensayos que hablan de México y de su idiosincrasia, de su forma de ver las cosas y de con cuales no puede uno meterse.
Me pregunto qué hubiese pasado si Octavio Paz viviera, pues seguro que sus comentarios les serían ofensivos a los cibernautas. Si Octavio Paz subiera al Facebook sus ideas, ya estaría en un Juicio nacional por el irrespeto a la identidad nacional.
Tal parece que las redes sociales en lugar de ayudarnos a estar mejor comunicados y a formar comunidades, solo ha logrado separarnos, romper los lazos de las relaciones personales, mostrar en su esplendor las fobias e intolerancia que México expresa.
En los últimos días, solo se han leído y viralizado las historias de los inmigrantes que avanzan en caravana en busca del “sueño americano”, sin importar que puedan perder la vida ellos o sus familiares.
Es una pena leer los comentarios xenofóbicos, los racistas y clasistas, peleando que no deben ingresar los migrantes indocumentados a nuestro país a robar los trabajos e ingresos que nos corresponden.
Ahora mismo, por ejemplo, una mujer regiomontana se atrevió a criticar un pibipollo (mucbipollo para los vecinos de Yucatán) y fue una afrenta para todos.
Esa burla que tocó algo “sagrado” para quienes vivimos en la península yucateca, alcanzó límites insospechados de odio. Llamadas, mensajes amenazantes y me dio terror ver cómo las personas averiguaron la casa, las redes sociales y hasta el número telefónico de la señora. Fue una actitud enfermiza que pudiera derivar en la un crimen, como un linchamiento.
Tenemos un instinto casi animal para defender las cosas que nos hieren y eso solo demuestra está falta de civilidad, de ética y de respeto que el mexicano no tiene.
Si bien es cierto que tenemos un nacionalismo sentimentalista, otra es la realidad de lo negativo, está que nos hace reírnos de la desgracia ajena y ofendernos cuando nos “tocan” algo que amamos o identifica.
En México, nos hieren cuando nos tocan a la Virgencita de Guadalupe, a nuestra mamacita y por lo visto, a nuestra comida.
Quizá deberíamos empezar a ofendernos ante las verdaderas afrentas a nuestro país, como los feminicidios, los secuestros, los robos, las violaciones, la falta de educación, las deficiencias en los servicios públicos como el de salud, transporte y un largo etcétera.
Quizá lo sagrado debería de ser el cuidado de nuestra nación y no solo algunos ritos que nos representan. Lo sagrado, sagrado, debiera ser siempre México.
+++DESTACADO