Los xv años es una celebración muy especial que se realiza en varios países, (en algunos son los “dulces 16”) sobretodo en América latina, en donde los padres de familia no escatiman en gastos para celebrar que las niñas llegan a esa edad.
Todo viene de las antiguas tradiciones en que los papás presentaban a sus hijas en sociedad, como no había muchas formas de comunicación masiva, era la manera de “pregonarlas” como chicas en edad casadera.
Muchas de ellas ya habían sido instruidas en las labores domésticas, además de música para entretener al marido y costura o bordado para vestir a los niños, entre otras que los ayudaban a ahorrar.
Así es como a partir de esa edad, esperaban pacientemente a que alguien pidiera su mano y su papá diera el consentimiento. En muchas ocasiones ya tendrían su enamorado y saldrían fácilmente, en otras ocasiones tendrían que ser invitadas a más fiestas a fin de que “salieran del maíz picado”.
Hoy en día pensar en una niña de 15 años que ya sea madre de familia nos duele. Ahora son madres adolescentes, sabemos que no están listas para esas responsabilidades tan fuertes. Son chicas con un futuro por delante, que queremos verlas estudiar y tener una vida laboral exitosa antes de que ellas decidan casarse, tener hijos o no.
Porque al menos ahora, ellas pueden decidir. Aunque todavía luchamos por erradicar las ideas y comportamientos machistas, hay al final del túnel una luz que nos da esperanza de ver que las niñas de ahora puedan ejercer sus derechos y sus libertades.
Y sobre las fiestas de xv años, que bien pudieran haberse erradicado por lo que significaban, ahora es una buena oportunidad para marcar en ellas la diferencia entre su niñez y la juventud, que les llega con muchas comodidades tecnológicas pero también con las responsabilidades que traen consigo sus nuevos derechos: estudiar, prepararse, ser mejores. No desaprovechar las facilidades que ahora tienen.
Mi princesa: Estas últimas letras, querido lector, son para mi sobrina Heydi Saraí.
Se la comparto desde mi corazón porque quiero que quede en este diario, constancia del tiempo.
Heydi Saraí: naciste un octubre, como un milagro del cielo. Casi no lo logras pero, valiente como tu madre y como tu abuela, aquí estás convirtiéndote en una mujer llena de virtudes.
Pese a que vas creciendo, no pi todas nunca esa mirada inocente de tus ojos enormes y chinitos.
No dejes nunca de ser compasiva con los animales, como con el gatito que llevaste en tu mochila a casa.
No dejes nunca, junto con tu hermana de abrazarme como niñas. No te olvides de ser curiosa y traviesa como cuando eras niña y escondiste mi USB. Desde niña, ya tenías esas virtudes que te hacen única.
Pero sobretodo, no olvides nunca de dónde vienes, criada por tu mami que es la más trabajadora que conozco y por tu abuela, la mejor mamá, tía, cocinera, abuelita…el mejor ángel del mundo. Te quiero mucho, Chinita. Felices primeros xv años.