Hasta el siglo XX, las mujeres nacían para servir a los hombres. Por fortuna, y aunque nos están matando a diario, estamos en otra época. Ya existen mujeres que no tienen necesidad de aprender a cocinar o costura solo porque se los imponen. Ya no es parte de la educación básica de las mujeres el planchado y el lavado, zurcido y bordado para graduarse.
Ahora podemos disfrutar de ir a una universidad y dedicarnos a una profesión. No estoy dando por sentado que hay una total equidad, aún hay lugares de trabajo donde predominan las mujeres porque es un trabajo para “ellas”. Lo que quiero decir es que algunas mujeres ya empezamos a tomar verdadera conciencia de nuestras personalidades.
Y todas deberíamos coadyuvar a que nuestras congéneres sepan que no nacimos para hacer “cosas de niñas” sino para desarrollarnos como PERSONAS. Cada una, en su individualidad, a desarrollar nuestro potencial, para lo que hemos nacido, para que nuestros dones sean valorizados
Tenemos que ir por la vida mostrando que somos buenas para algo, buenas para escribir o para ser arquitectas, buenas para limpiar o para ser ingenieras, biólogas, maestras, bomberas, policías, costureras, lavadoras de coches, repartidoras, camioneras, taxistas, traileras, mujeres piloto de carreras o de avión, mujeres mecatrónicas, ebanistas, carpinteras, empleadas domésticas que sean las mejores, las mejores recolectoras de basura, presidentas, mecánicas, estilistas, pinturas de a pincel o brocha gorda.
Cualquier actividad sin tener la obligación de hacerla porque somos mujeres.
A mi esposo se le rompió el pantalón y con la velocidad de la luz una amiga dijo “pobre, no tiene una esposa que se lo costure”. Ambas trabajamos con este tema de la equidad de género y nos sorprendió la vida diciendo unas palabras que promueven el machismo. Yo, como tú, no nacimos para servir a los hombres. Todo cuanto hagamos por los esposos no es obligatorio, debe de ser el amor que nos mueva a hacer cosas que sean para nuestro bien común. Pero no nacimos para costura les la ropa, nacimos para ser personas felices.
GORDITOS Y BONITOS
Esta semana me volvieron a preguntar por un amable lector de la ciudad de Mérida, Yucatán por el nombre de esta columna “Las gordas también”. Me comentaba que si no creía que restringía a solo unas cuantas personas mi mensaje. La respuesta es simple: todas somos iguales. No todas gordas, simplemente que en la igualdad de derechos, gordas o flacas, altas o bajitas, estamos trabajando para lograr erradicar los estereotipos. No queremos más etiquetas que quiten calidad a nuestra dignidad. Porque las gordas también tenemos voz.