Al Tiempo
Martín Acosta Pacheco
Hace 12 meses, un día como hoy, Noe ingresó a la maternidad, todo era nervios, Daniel, mi hijo, iba y venía con los papeles. Cerca de la medianoche, de ese domingo, la enfermera salió y nos dio la gran noticia: “ya nació, peso 4.500 kg y midió 45 centímetros, ya lo tiene su mamá”. Todos celebramos, los abrazos, los parabienes, la felicidad; otro bebé alegraba la familia y sería el compañero de juegos de Niki, su prima. La cigüeña aterrizó con un hermoso bebé; Dan. Alegres nos fuimos a descansar.
Al día siguiente el mundo se nos vino encima, al bebé le diagnosticaron una afectación cardiaca e ingresó a terapia intensiva. Pasaban las horas y los estudios arrojaban la triste realidad: las arterias invertidas, urgía la operación a corazón abierto, pero aquí en el Estado y en la región no se contaba con el equipo, los médicos ni las instalaciones, …la frecuencia respiratoria de Dan disminuía rápidamente, el bebé parecía condenado a morir.
Luego, vinieron una serie de trámites de carreras, de adquisición de medicamentos que se requerían y que el hospital no tenía. La situación de Dan empeoraba. Luego, a tres días de nacido, un grupo de médicos le practicaron en una clínica particular un cateterismo cuya probabilidad de vida era del 1%, o en el mejor de los casos, del 2%, pero era urgentemente necesario, porque su frecuencia respiratoria era del 14%.
Cuatro largas y angustiosas horas; el resultado, exitoso, el bebé soportó y salió del quirófano con su frecuencia respiratoria al alza. “Ese bebé es un guerrero”, expresó el médico John Jhonson acompañado de Libnhi Segura. Nos explicó que: “nosotros hicimos lo que, como médicos sabemos hacer, pero Dios decidió que Dan se quede”.
Luego, a agilizar trámites a mover cielo y tierra para que algún hospital lo aceptara y se realizara la operación a corazón abierto. A ocho días de su nacimiento Dan partió vía terrestre hasta el Hospital Infantil de Tlaxcala, Ahí fue intervenido por el Dr. Cabrera, de los mejores cirujanos cardiopediatras del país.
La cirugía fue el jueves 8 de marzo, y duró casi siete horas. Dan volvió a salir vencedor. El médico nos dijo que todo estaba en manos de Dios, que él bebé quería vivir y que ya todo dependía del Creador.
Dan pasó bien la noche del jueves y viernes, pero el sábado un repentino cambio lo puso de nuevo al borde de la muerte, pero así de rápido como cayó, vino su recuperación, y sí, una vez más salió con el puño en alto. Ejemplo de vida, de fuerza, de amor de Dios hacia nosotros. Hoy, ese bebé cumple un año de vida. Es un niño sano, fuerte, que comparte juegos y travesuras con Niki, su prima que tanto lo quiere.
Es un ejemplo de vida, un niño cuya única secuela son las cicatrices en su pecho, pero que serán el recuerdo de ese amor enorme de Dios, de su fuerza para luchar por su vida, de las manos maravillosas de los médicos.
A un año de distancia, de nuevo le doy las gracias a todos y cada una de los integrantes de mi familia, a mis amigos, a las personas, al personal médico e instituciones que solidaria y desinteresadamente nos apoyaron en todos los aspectos, pero el más importante, las oraciones y las buenas vibras que dieron pie a este milagro de vida que se llama Daniel Eduardo Acosta Rosado, mi pequeño Dan. Te amo mi güerito lindo. Al tiempo.