Las gordas también…
Karla Sansores
Hace unos días, una de las notas más sonadas en los medios de comunicación y en las redes sociales era el titular de Britney Spears ingresando a un centro psiquiátrico.
Claro, ella es una persona muy famosa, muy popular, conocida e incluso querida por el público, cientos y miles de personas siguiendo su vida, sus momentos más deplorables como esposa, como madre, como artista.
En algunas ocasiones vimos a una chica inocente de finales de los años 90 en el que cantaba canciones bonitas que las adolescentes hacíamos un himno para nuestros sentimientos siempre a flor de piel. Ella era la adolescente que nosotros también éramos. Muchas niñas querían ser como Britney, copiaban sus boinitas y sus croptops, sus pantalones de cadera con los bajos acampanados, sus colitas. Luego quisieron ser sensuales como cuando empezó a usar esos trajes enteros de piel, súper ajustados.
Hasta que de pronto ¡pum! La historia de amor idílico con Justin Timberlake se convirtió en una guerra que traspasó su hogar y se empezó a conocer todas sus intimidades y “locuras”, tuvo me parece, un matrimonio fugaz con otro chico y luego con otro con el que tuvo a su primer hijo, luego a otro con el que se iba a casar y tuvo a su segundo bebé, luego otro y otro. Es decir que sus relaciones fueron fallidas.
Luego, alrededor del 2007, la Britney adolescente quedó atrás, con sus nuevas historias de drogas, alcohol, fiestas y parrandas que la dejaron en tan mal estado físico y anímico que perdió la custodia de sus hijitos.
¿Qué pasó con la dulce Britney? ¿Fue la fama? Muy pocas personas entenderán qué pasa con una joven que tiene un imperio ahora, entre los millones de discos vendidos, los videos, los conciertos que la convirtieron en millonaria, la ropa y zapatos, los coches, las casas, los lujos. Britney incursionó no solo en la música, el cine, la televisión sino en la moda pues es diseñadora, bailarina, compositora.
Tiene todo…y a la vez nada.
¿Puede imaginar que siendo madre ni siquiera los hijos la pueden “llenar”?
Insisto: pocos podrán entender qué le pasa a Britney. Esa Britney ahora mujer madura que tuvo que internarse en una clínica psiquiátrica.
Britney no es sana mentalmente. Y muchos de nosotros tampoco. Pero le tenemos miedo al psicólogo y al psiquiatra. Hay un tabú enorme para asistir a los especialistas de la salud mental.
Deberíamos entender que si nos da gripe, vamos y consumimos un antigripal, si es una enfermedad respiratoria severa, a un otorrinolaringólogo. Si nos da diarrea, vamos con un doctor general y si nos da una enfermad intestinal aguda, iremos de inmediato a un gastroenterólogo. De la misma forma deberíamos cuidar nuestra mente, asistiendo con los especialistas que pueden ayudarnos a tratar los padecimientos que tenemos. ¿Cómo detectarlos? Simplemente no nos sentimos igual, no nos sentimos bien. Al primer indicio de que algo cambió en nuestro interior, pidamos ayuda. Por favor, en el caso de estas enfermedades, solo uno mismo puede ayudarse.
Britney ya lo está haciendo…nosotros ¿cuándo?