Se dice…

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Que no cabe duda que la Luna de Miel se acaba, tarde o temprano. Y tal parece que eso ya está pasando entre algunos ciudadanos y el presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien ya no solo le rinde tributo y aplausos, sino que ya empezó a recibir gritos de repudio, chiflidos y protestas. ¿Se trata solo de casos aislados? Puede ser, pero en tres días ya se han repetido.

Que la primera vez sucedió el pasado 22 de marzo, cuando alrededor de 50 personas, que están en contra de la cancelación de apoyos a estancias infantiles, le gritaron “fuera, fuera” cuando el Presidente llegó a la Convención Bancaria que se llevó a cabo en Acapulco. Al día siguiente, en la inauguración del estadio de beisbol de los Diablos Rojos, en la capital del país, a López Obrador le ‘llovieron’ silbidos y abucheos.

Que ayer, en su tierra, Andrés Manuel fue recibido en el aeropuerto de Villahermosa, Tabasco, por trabajadores de Pemex y del ISSSTE, quienes se manifestaron para exigir que les paguen sus salarios tras haber sido despedidos por órdenes del Gobierno federal. Mientras que en el caso de los petroleros exigieron que las obras de la refinería que se construiría en Paraíso, sean para tabasqueños.

Que, al igual que los gobernadores que han sido abucheados, el Presidente ya sintió lo mismo. Y no se trata de que a todos les vaya igual en las protestas de quienes no piensan igual, lo que hay que ver más allá de los silbidos es que el país se está polarizando y avanza hacia la violencia, que ahora es verbal, pero que después puede mutar en algo peor. Ojalá que la tolerancia y el respeto se impongan, en ciudadanos y gobernantes, para actuar con civismo.