SIN AZÚCAR
Jorge Chi Segovia
El pueblo campechano a lo largo de su historia ha demostrado solidaridad con los que menos tienen o con quienes se encuentran en situación de desgracia cuando, por fenómenos naturales o de dolencias como la que actualmente nos azota, requieren de ayuda para sobrellevar la difícil situación sanitaria y económica que por lo general generan estos acontecimientos.
Nunca como ahora los campechanos habíamos experimentado una compleja experiencia derivada del mal que literalmente ha paralizado la entidad, como ocurre en el país y en todo el mundo. Nos enfrentamos a escenarios inéditos que tienen que ver con la salud y economía de las familias.
Con todo lo que implica estabilidad emocional, seguridad y actuación de las autoridades, sobre las que recae un enorme peso y una irrenunciable responsabilidad.
Las medidas adoptadas por el Presidente, el Gobernador y los titulares de los Ayuntamientos en el estado, la actuación de cada uno de ellos, es debidamente calibrada por la gente, que por supuesto tiene capacidad para discernir si están cumpliendo con la encomienda constitucional.
Si están tomando las mejores decisiones y privilegiando lo que mejor convenga a la población en momentos críticos.
En Campeche, como en todas las entidades del país, el desempeño del gobernador Carlos Miguel Aysa González, como responsable directo de las decisiones que se instrumentan para enfrentar al Covid-19; para prevenir y proteger a la gente, dice mucho.
Aquí, se han asumido medidas que distan mucho de las actitudes populistas porque se prioriza el bienestar de las familias por encima de cualquier interés, por muy legítimo que parezca.
En medio de la tensión surgen los “indestructibles”, a quienes la epidemia es lo que menos les interesa, o en peor de los casos, la utilizan para etiquetar estrategias electorales que ya no engañan a nadie. El momento exige hacer a un lado el odio, la división de hermanos, el enfrentamiento, la mentira, la diatriba y los señalamientos confesos. De que los hay, los hay.
Aysa González, firme en sus decisiones y en sus planteamientos sobre lo que se debe de hacer, no se encuentra precisamente sentado en un lecho de rosas. Ha ido más allá de lo que la retórica establece, y esto ha sido muy bien entendido por las instancias gubernamentales, legisladores, Ayuntamientos, Pemex y los empresarios, con el propósito de hacer la diferencia y trabajar de manera unida, sin distorsiones.
Una de las medidas ordenadas por el mandatario campechano, que por primera vez se pone en práctica y que en algunas semanas de haberse instruido ha dado buenos resultados, tanto así que es visto por otros gobiernos estatales como una acertada decisión y ejemplo a seguir, es el funcionamiento del “Mercadito Itinerante” que recorre las colonias de la ciudad ofreciendo productos frescos del campo a precios accesibles.
Esta estrategia, además de las acciones del Comité Estatal de Abasto creadas por el Gobernador, de frente a la contingencia sanitaria, con el objetivo de encontrar los canales de distribución de los productos del campo campechano en las cadenas comerciales, abarrotes y restaurantes de la entidad, habla bien del trabajo coordinado para enfrentar la crisis con plena determinación y responsabilidad.
De acuerdo al último reporte del programa “Mercadito Itinerante”, se había logrado la distribución y venta de 67 toneladas de producto fresco, en beneficio de 8 mil 250 familias, mediante la colocación de 32 puntos de venta y la participación de 177 productores del estado.
Por otro lado, sin distingo de creencias políticas o partidistas que en estos momentos no tienen ningún valor, el gobierno de CMAG ha dispuesto de acciones concretas para apoyar a las familias campechanas en situación de vulnerabilidad, a las que, a través del DIF Estatal que preside su esposa, la señora Victoria Damas de Aysa, ha hecho entrega de miles de despensas de manera gratuita en todo el estado, disposición a la que se han sumado algunos Ayuntamientos con recursos propios.
La entrega de despensas que de manera gratuita se hace a las familias pobres de la entidad, es una decisión inequívoca de Aysa González, que de esta forma regresa el dinero del pueblo a los campechanos que menos tienen, que en esta difícil etapa necesitan el apoyo incondicional de sus autoridades. Nada que no se pueda hacer cuando la voluntad y la visión del gobernante son profundas.
Sin embargo, la entrega de despensas sin costo alguno por parte de algunos legisladores locales, incluso de políticos que les late el corazón para lo que viene, así como la venta a precios reducidos que hacen en colonias populares partidos políticos como el PRI y PT, han puesto en el tendedero de la ignominia varias interrogantes que prontamente han encontrado respuestas.
Si bien estas últimas, son actitudes que se reconocen y se aplauden, los colores partidistas y aspiraciones políticas no tienen el sello propagandístico en estos momentos. Ni espectacularidades ni exhibicionismos. Los yerros que reciben por dar muestras de adhesión con las familias que menos tienen, son descifrables y deben ser asimilados plenamente. El político profesional no se molesta, reflexiona.
Por sobre todas las cosas, nada fuera de lo normal. Aquéllos sólo son interpretaciones y cuestionamientos provenientes de quienes nada aportan, que ojalá -en vez de criticar para alimentar sus desvaríos- se unieran a la cruzada en favor de las familias que realmente necesitan de la solidaridad de todos. Ya vendrán otros momentos y otras posturas. Los actuales, son tiempos de unidad y de ayuda.