Acéptate como eres

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IVONNE J. AZAR OREZA
IVONNE J. AZAR OREZA

DE TODO UN POCO
IVONNE J. AZAR OREZA

Muchos saben de mi gusto por el trabajo en televisión, pero pocos saben de mi inclinación por la escritura, un espacio que dedico a las situaciones y acciones que sumergen y emergen el día a día, a modo de pensar en letra grande y dejar plasmado en papel un poco del comparativo de las épocas de antes, las actuales y las que están por vivir nuestros hijos, que en muchos casos ya es una realidad.

Un tema que desde siempre ha generado un alarmante foco rojo es la adolescencia, y en la actualidad considero que está cada vez más descontrolado por los comportamientos que sorpresivamente manifiestan, debido a este proceso de cambios en donde se presentan nuevos duelos, los cambios del cuerpo, los amigos, el amor, los estudios, la profesión, cambios que se van dando con un cerebro inmaduro, en pleno desarrollo de hormonas, sintiéndose seres extraterrestres y orillándolos a decisiones muchas veces trágicas.

Es triste oír a un joven externar su experiencia negativa “soy una carga para mis padres, para mí mismo…. no me soporto”; que puede ser de un joven viviendo 20, 30 o 40 años pensando así?

Reflexionando sobre este tipo de experiencias, resolví escribir sobre la aceptación de uno mismo como un ingrediente básico de la salud mental y la llave de la puerta a una vida más feliz, como una simple percepción y opinión.

Si aprendes a aceptarte como eres y abrirte para recibir la totalidad de tu ser, si entiendes que tu mejor amigo eres tú mismo, que tus necesidades sólo pueden ser satisfechas si haces algo por ti mismo, tengo la certeza de que no serás tu propio enemigo, ni pensarás en perjudicarte. Sólo así tu vida será menos hostil y tu mundo menos agresivo.

El sí mismo es la persona que tú eres; tú eres quien tiene conocimiento de ti, como alguien en el mundo viviendo el hoy, el aquí y el ahora, eres tus pensamientos, sentimientos, actitudes, valores, preconceptos, pasiones y contradicciones, posiblemente preso en un antes o en un después.

El sí mismo eres tú con tu mundo interior, subjetivo, particular, con todo aquello que se llama autoconciencia. El ser que tu eres no tiene cualidades positivas o negativas intrínsecamente. No existe una valoración determinada, no es bonito ni feo, simplemente eres.

Lamentablemente las cosas no quedan siempre en ese nivel y terminamos por atribuirnos una cualidad, una preferencia, un valor, una aceptación, una negación o un rechazo y ese auto-rechazo se vuelve tan intenso que acabas por desconocerte a ti mismo, llegando a ser tu mayor enemigo.

Entendiendo que a un enemigo se le debe combatir, vencer o destruir, comienzas a combatirte a ti mismo, a minorar tus propios esfuerzos, así el conflicto está armado Y la desgracia personal a las puertas. El auto-rechazo proporciona menores posibilidades de tomar decisiones correctas, lo mismo sucede con las acciones y relaciones que rodean a una persona.

Por lo expuesto, es cierto que tu salud, éxito, satisfacción, progreso físico, mental, espiritual y social dependen del grado de aceptación que tengas de ti mismo.

Tu energía es canalizada para la solución de los problemas existenciales y no para comprender los conflictos internos.

Al aceptarte te conviertes en un todo, en una unidad, en alguien dispuesto a relacionarse con el medio, con los otros, con tu entorno, con la vida y no en un conjunto de vectores en oposición, por eso la elección es tuya.

El proceso de aceptación no es innato, no es un don, tampoco es una dádiva, ni el resultado de la suerte. No es el fruto del azar, pero sí puede cultivarse, desarrollarse y aprenderse, por lo tanto esta al alcance de cualquiera que lo desee.

Sólo se necesita querer invertir el esfuerzo necesario para que sea satisfactorio, pero no esperes que te caiga directamente del cielo.

Es muy extraño hablar de la auto-aceptación, es casi absurdo pensar que uno mismo puede guerrear contra sí mismo, pero es un hecho.

La propia sociedad rotula al individuo colocándolo en categorías que pueden ser rechazadas, despreciadas, desconocidas y combatidas. Cuando más se acepte el individuo, más acceso tiene sobre los hechos, datos e informaciones de sí mismo.

Para que alguien se pueda aceptar a sí mismo, es necesario estar en un ambiente lo más libre posible de amenazas reales y perceptibles. Aceptarse es abrirse para convivir con tu propio cuerpo: bajo, alto, gordo, flaco, musculoso o no, con pelo lacio u ondulado, güero o prieto, el cuerpo eres tú y tú eres el cuerpo.

Por lo tanto, aceptarse es abrirse para mirar el pasado y colocarlo en su debida perspectiva, porque el pasado ya no esta ahí. Fue, era y no más; luchar contra el es como luchar contra el viento, como dar golpes al aire; el pasado es tu historia y la historia no cambia; no importa lo que hayas sido, vale lo que tú eres ahora.