Las gordas también…
Karla Sansores
Ruín. Es la palabra para quien lastima, agrede o asesina a seres que tienen desventaja.
Todo animal, sin importar el tamaño, está en desventaja del ser humano, duele pensar que siendo solo una especie más sobre el planeta, sea quien ocasione tanto daño.
Hay contaminación por doquier, no somos conscientes de que al ensuciar los mantos acuíferos dañamos este lugar en el que vivimos y cohabitamos con otros tantos miles de seres vivientes.
En la llamada cadena de violencia, el acto de discriminar o agredir, siempre es el resultado de que alguien más está ejerciendo violencia.
Entonces, si tu jefe te maltrata, maltratarás a tus hijos, ellos a sus compañeritos más débiles, ellos a los animalitos y pues, los animales son tan inteligentes que no la ejercerán contra nadie más.
Es por ello que pienso, sobre la matanza de los perritos realizada en días pasados, que es consecuencia de una humanidad muy alejada precisamente del término “humanidad”.
Es de todos conocido, a través de las redes sociales y de los medios de comunicación que cuando una persona es capaz de dañar a un animal, es capaz también de asesinar a un ser humano.
Quizá muchos no entienden la magnitud del “perricidio” que se registró en la ciudad, quizá se minimiza la matanza pensando “ah, solo eran unos perros callejeros”, quizá piensa que los simpatizantes de animales en situación de calle son unos exagerados.
Hay quienes por el contrario, lo entienden muy bien: fue una matanza que pone en riesgo a todos.
La persona (o personas) que dedicaron tiempo, esfuerzo y dinero para comprar, preparar y colocar el cebo en diferentes puntos de la ciudad y a lo largo del malecón, es en realidad un peligro para la sociedad.
Ya con el solo hecho de premeditar el asesinato de esas criaturas, es un homicida, capaz de matar a una persona o a muchas personas.
¿Quién nos asegura que esa persona no será capaz de envenenar un cárcamo de agua?
Ese es el verdadero escenario a imaginar ante una persona que ya probó el poder de decidir sobre la vida de otro ser, el siguiente paso es atentar contra los que pueden ser sus iguales.
Y para finalizar, les recuerdo que en Campeche, apenas el año pasado se adicionaron a los artículos 381, 384 y 385 del Código Penal del Estado las sanciones a aplicar cuando una persona provoque lesiones o realice actos que pongan en peligro la vida de un animal.
Todavía falta mucho para que la sociedad internalice y normalice el cuidado de todos los animales, porque desafortunadamente, hace miles de años que el ser humano decidió domesticar a esos animalitos y servirse de ellos en diferentes oficios, así pues, el problema de los animalitos no solo compete a los activistas, a las autoridades sino a la sociedad en general.
El problema de los animalitos nos involucra a todos, aunque ellos no sean el principal interés, algo tenemos qué ver en su bienestar y en lo que los daña.
¡Hasta la próxima!