Israel Navarro/Arriaga, Chiapas
En la segunda caravana de migrantes centroamericanos que avanza por territorio mexicano cunde la desesperación, lo que ha dividido al contingente y algunos de los integrantes han desistido de caminar y piden aventones a transportes públicos, de carga y de volteo, así como a camionetas particulares, con diferentes destinos al planteado inicialmente.
Luego de que no se concretara el planteamiento de la organización civil Pueblo sin Fronteras, de que conseguirían camiones para trasladarlos de Pijijiapan a Arriaga, a 100 kilómetros de distancia, los centroamericanos pararon todo tipo de vehículos particulares y de transporte para cumplir con su trayecto del día.
La Policía Federal evitó que viajaran en áreas inseguras de los camiones como estribos, defensas y compartimientos de áreas de llantas de refacción.
También les negaron abordar camionetas repletas para que no hubiera accidentes.
La caravana había acordado que mujeres y niños serían los primeros en ocupar los vehículos para trasladarlos; sin embargo, los jóvenes rompieron el pacto y abarrotaron los primeros medios de transporte.
Esto creó desesperación entre el contingente, que se dividió toda vez que algunos de sus integrantes solamente llegaron al municipio de Tonalá, mientras que otros sí arribaron a Arriaga.
Al llegar al municipio, personal del Instituto Nacional de Migración solo observó el andar de la caravana que llegó hasta el centro deportivo Manuel Velasco, donde recibieron atención médica, alimentos y agua potable para su aseo.
El inmueble fue custodiado por el Grupo Beta de la Secretaría de Gobernación y por policías municipales, quienes reportaron el ingreso de mil 153 centroamericanos.
En asamblea decidieron partir a las tres de la mañana hacia San Pedro Tanapatepec, a 46 kilómetros de distancia.
MIlenio Diario