Las gordas también…
Karla Sansores Montejo
¡Regresé!
Queridos lectores, no sé si notaron mi ausencia por algunas semanas. En mi corazón esperanzado, quiero creer que me extrañaron y se preguntaban ¿en dónde estará la columna de “las gorditas” para hacernos sonreír el fin de semana con sus anécdotas personales?”
Pues bien, debo contarles a todos que la pesadilla de la que he intentado escapar durante casi dos años, me alcanzó: tuve Covid 19 como muchos de ustedes igual lo han padecido.
Infortunadamente, me tocó ser de las que el Covid nos trató muy mal y llegué incluso a pensar, que me iba a tocar estar en un hospital sola, aislada y ahí, ahí sí me iba a morir más que de la enfermedad, de la pena.
Sin embargo, tuve la dicha de poder pasar mis días de enfermedad en casa y acompañada (atendida) por mi esposo. Sí, con oxígeno y muchos medicamentos, pero en mi hogar.
Y me cuento entonces dentro de las personas que podemos llamar sobrevivientes a esta terrible enfermedad.
Es importante que acudamos a vacunarnos, aunque no sea la definitiva, es una medida paliativa para que, en la medida de lo posible se pueda sobrellevar un padecimiento que es totalmente traicionero, pues en mi caso, ya iba en franca recuperación cuando caí en los síntomas graves.
Mi esposo fue el primero en enfermar, él ya cuenta con el esquema completo de vacunación, así que pudo sobrellevar mucho mejor la enfermedad que yo que solo tenía una dosis. Así que definitivamente, la vacuna no sirve para evitar infectarse pero sí salva vidas.
Me parece terrible esta enfermedad pero todavía más devastador es saber que si estás grave, el dinero hace la diferencia entre la vida y la muerte.
Todo comienza con el gasto de hacerse una prueba, pues por la necesidad de saber y el miedo a contagiar a los demás, muchos optamos por pedir a un laboratorio que acuda a casa y no hacer las filas en los centros de triage.
Posteriormente, conseguir un oxímetro, que dicho sea de paso, el aparatito me lo reglaron mis mejores amigos y me ha salvado la vida para saber que estaba perdiendo oxigenación.
Lo medicamentos, por fortuna, pueden costar lo mismo que los de una gripa normal a menos de tener la mala suerte de tener síntomas graves, pues ahora sí, toca pagar medicinas muy costosas y el oxígeno, el tanque y rogar para que no se termine fuera del horario de atención para rellenarlo.
Y bueno, ahora, toca ver cuántos meses tardará cada persona en superar las secuelas que parecen ser muchas y muy diferentes dependiendo de cada cuerpo. Hay días que uno se siente al 100 y hay días en que simplemente no puede uno levantarse.
Sin embargo, en mi caso, prefiero tener secuelas como náuseas que no han desaparecido desde el día uno de los síntomas, haber perdido mucho cabello, peso, y dos que tres achaques que van apareciendo poco a poco que haber perdido la vida.
Por ahí dice el dicho que “hierba mala nunca muere” y ya lo voy creyendo porque ya sobeviví al chincungunya y otras tantas cosas que algún día les contaré.
Por lo pronto, les deseo a todos que tengan mucha salud, que el covid cuando les dé les vaya leve y que aprovechemos cada día que respiramos el oxígeno gratis.