Pescador de hombres

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Padre José Luis Ye Ehuán

José Luis Ye Ehuán
*Estudió para Maestro de Primaria en la Normal Rural y ejerció la docencia en el municipio de Carmen
*A punto de cumplir 30 años como sacerdote, es ejemplo de fe, trabajo y pasión por Cristo

Aunque desde un principio mostró interés por la docencia, lo cual cumplió al egresar de la Escuela Normal Rural “Justo Sierra Méndez”, a José Luis Ye Ehuán el camino de la vida le tenía preparado la vocación más importante que a la fecha profesa: el sacerdocio.

En la actualidad, Ye Ehuán es párroco de Dzitbalché y platicó a Novedades la encomienda espiritual que asumió con Dios, para predicar el evangelio y fomentar las vocaciones de la religión católica entre los jóvenes, una labor en la que ajusta casi 30 años de servicios eclesiásticos el próximo 9 de mayo.

¿Cómo descubre la vocación del sacerdocio?
Fue algo que poco a poco se fue gestando en mí, pues como todo joven, uno quiere conocer y se cautiva por algunos temas interesantes en la vida, pero más que nada, nace el deseo de servir, de ser útil a la sociedad.
En lo personal, yo estudié para maestro en Educación Primaria, egresé de la Normal Rural de Hecelchakán, me sentía realizado y ejercía con mucha felicidad la docencia, pues trabajé en el magisterio en Ciudad del Carmen, pero de pronto me empieza a llamar la atención el sacerdocio, desde 1981, tiempo en que acudo a misa diario y comienzo a conocer a algunos párrocos y al obispo de ese entonces, don Héctor González Martínez y sucede que me motivan y termino ingresando al preseminario, donde el extinto presbítero Próspero Huchín me dice que piense muy bien lo que iba a hacer, a lo que le respondí que esperaría un año y él me contestó que no le podía hacer eso a Dios.

¿De ahí qué sucede?
Pues me lancé y aparté por un momento la docencia para estudiar para sacerdote, aunque seguí dando clases, pues tenía ya una plaza federal como maestro.
En el seminario pasé meses duros y difíciles, porque ya no tenía ingresos, con una familia sencilla y humilde que no tenía para sostenerme, situación que provocó un bajón en mis estudios del primer semestre, y aunque había la opción de regresar a maestro de primaria, terminé el Seminario.

¿Es difícil en esas condiciones mantener la vocación?
Yo le decía a un compañero que para él era más fácil soportar algo que en verdad no ha sabido que está bueno, y que cuando está bueno hay que renunciar y lo mismo sucede con un joven que algunos gustos resultan placenteros y que hay que luchar contra ello con la fuerza de la oración para que seguir adelante, y por eso siempre predico la misericordia de Dios, porque después del pecado viene la gracia, que cuando se caiga uno luego se levante, e ir luchando.

¿Esa es una lucha diaria?
Efectivamente es una lucha de todos los días, porque a veces los recuerdos del pasado se convierten en látigos, que lastiman y laceran, pero también motivan a pedir la ayuda de Dios, para ganar fuerzas contra la tentación y el pecado.

¿Qué se siente haber sido ordenado por el Santo Juan Pablo II?
Tuve la gracia de ser ordenado sacerdote por el Santo Padre Juan Pablo II, y me tocó celebrar misas en su tumba en el Vaticano, y eso me hace sentir con un mayor compromiso, porque hay que imitar la bondad, la humildad y la comprensión.

¿Cómo ve en las generaciones actuales la visión de los jóvenes en torno a la vocación del sacerdocio?
En todo el mundo, no es exclusivo de nuestro país ni de Campeche, inclusive de la entidad hay muchas vocaciones que no son nativas, y ello trae como consecuencia que no comprendan la cultura, además las contraculturas se han hecho muy fuertes, por lo que desde la Iglesia Católica también hay que trabajar en la cultura nuestra, pero hace falta vocaciones.

¿En esos casi 30 años de sacerdocio, ha observado cambios en la Iglesia Católica?
Sí ha evolucionado, en Campeche se han abierto un poco más a la evangelización y tenemos la fortuna de que ha habido buenos guías sacerdotales y obispos que han mantenido y guiado la Iglesia Católico por el camino de la verdad y de lo justo, porque han sido siervos de Dios y que han tratado de servir al pueblo, a pesar de cualquier fragilidad.