Hay maestros que impactan vidas porque dejan el corazón en el salón de clases. Porque no se conforman solo con enseñar sino que trascienden en las necesidades de los alumnos y se interesan en su progreso. En Campeche hay de estos docentes , en especial, la maestra Wilma Cahuich Tun, de Bécal.
Maestra, ¿Por qué no he dejado la comunidad rural en 26 años?
Porque Bécal es una comunidad con la que me he familiarizado –porque la he tomado como mi segunda familia- los padres de mis alumnos son personas con un carácter humilde en el sentido de apoyar, de que el maestro al solicitarle su participación en la escuela nunca dicen “no puedo”. No lo he dejado porque es bonito, el Día del Maestro cosechan una sandía y con cariño te lo traen, es el mejor regalo.
Cuando un padre me dice: maestra Wilma la invito a comer, se siente una emoción cuando no hay necesidad de tener un comedor elegante, sino que ellos acostumbran a utilizar las aceras y ahí las señoras están torteando, y comemos ahí debajo de un árbol. Me siento como en casa con esta experiencia.
Tengo el privilegio de poder moldear a los niños independientemente de que sean de una comunidad.
¿Ha logrado ver algún avance en niños que están en alta marginación?
Empiezo a trabajar en 1993 en una comunidad de Yucatán que se llama Sacabah, y ahí solo había un autobús para entrar y había mucha pobreza. Resulta que hace 12 años atrás me encuentro con un alumno y él logró terminar una carrera de ingeniero. De ahí trabajo en Chocholá y a la fecha me encuentro con alumnos que son doctores, licenciados y en el caso de Cepeda (Halachó, Yucatán), alumnos que ya son maestros, ingenieros egresados del Tecnológico de Calkiní; otros son enfermeros. Además se ve el cambio en la comunidad a la que pertenecen. Hay un alumno que se va a estudiar agronomía en Chapingo, se prepara, regresa a la comunidad y empieza a aplicar acciones como las compostas. Él me fue a visitar a la escuela y le pregunté: ¿qué vas a hacer por tu comunidad? Juntamos a varios padres de familia y les empezó a explicar la técnica.
Decía usted maestra que el 80% de los papás de sus alumnos en el área rural no sabe leer…
La mayoría de los papás hablan el maya y uno de las limitantes que al principio teníamos es que iban a solicitar el avance de su hijo nos hablaban en maya, entonces eso me llevó a decirle a los niños, enséñenme maya, díganme cómo contestarle al padre de familia cuando me pregunten cómo está su hijo. Poco a poco fui aprendiendo. Ahora utilizo a mis propios alumnos como monitores de lectura: busco un texto en maya y quiero que se lo lea a sus papás. Así, el padre de familia se siente importante en la enseñanza del alumno. Muchos me preguntan por qué no quiero ascender a ser directora u otro cargo: es porque mi corazón está en mi salón.